Viejo caballo de guerra

Viejo caballo de guerra,
tú también deberás partir
y dejar todo esto.
El jardín brilla en templada luna
pero se apaga para ti, el fuego
pasa por tus muslos sin calentarlos.
Sientes como posesión
hectáreas que no son tuyas
porque las crees
reclamándote, cabalgables.
Fue la tierra rumorosa
la que pasó por ti, caballo de establo,
el mundo en tránsito
fue tu gran desamor.




La zona


En las afueras de Ciudad del Cabo hay diferentes ciudades-pueblo, llamadas townsites, donde el sentimiento de comunidad y también la visión de pobreza que uno relaciona con África están mucho más presentes que en la capital. Por lo general, los habitantes pertenecen mayoritariamente a una tribu, con costumbres y códigos propios. Una de estas townsites es Langa, cuya mayoría étnica es la xhosa. Allí, cerca de una antigua planta nuclear ahora en desuso, se extiende una zona de hierba con unos pocos árboles, protegida por un vallado doble de hormigón coronado en algunas partes por alambre de espino. Esta zona, cuyo interior apenas es visible desde fuera, está reservada con toda exclusividad para el rito de iniciación masculino de la tribu. Al cumplir los 18, los varones xhosa deben sobrevivir allí durante cuatro semanas sin más medios que los ofrecidos por el bosquecillo. El ritual empieza con la circuncisión del miembro, ejecutada por un hombre mayor, el cual pasará algunos días con los chicos para hablarles del significado de convertirse en adulto. Durante las semanas siguientes, los varones xhosa deberán construirse cabañas, resistir el clima y el hambre sin quejarse, y reflexionar sobre la nueva vida que les espera. El proceso de sanación de la herida es también una parte importante del ritual. Cuando salen de la zona son considerados hombres. Llevarán nuevas ropas y la comunidad los recibirá como personas diferentes. El varón que no haya pasado este ritual, tenga la edad que tenga, será siempre considerado un niño.


Sueño del 11 de abril


Veo un documental sobre Alfred Hitchcock. Este explica que en una ocasión un gran estudio de cine le ofreció filmar una película desde la luna, donde había  instaladas unas potentes cámaras. Hitchcock se entusiasmó con la idea porque le parecía que la posibilidad de filmar desde tan arriba le daría a su película una visión privilegiada. Sin embargo, una vez en la luna, se dio cuenta de que era imposible trabajar allí. Por unos determinados efectos de luz, cada tarde se proyectaban en el cielo de la luna eventos que estaban ocurriendo en la tierra.  La figura que más se veía, comenta Hitchcock, eran las manos enlazadas de las parejas. En efecto, en el documental se muestra una esfera amarilla interrumpida por la sombra de dos manos agarradas. Hitchcock dice que había llegado a ver 'hasta cadenas de ocho manos.'