La vida te caerá sin preguntar,
como una corona.
Te será ajena, primero; luego
la protegerás. Te adjudicará un techo,
varios hijos y un jardín
donde sentarte a contemplar los logros
de tu rendición.
Como súbditos, la vida nos enfrenta:
por encima del seto
ves mis tejados quebrantados,
celebrando en silencio la victoria.
Cosas que rechacé
y ahora me faltan, tú ya las tocas.