Un último recado de Cuervo
Cuervo pasó un tiempo observando
en los alféizares y dijo
'Son exigentes los vivos'.
Así que transió a los hombres
con un agujero
profundo como las entrañas del océano
y palpitante como las entrañas de una vaca
para que aprendieran
el verdadero dolor y la verdadera pérdida.
Luego mientras contaba con gusanos
sus días y brincaba en la tierra
húmeda del cementerio
Cuervo se posó en las lápidas
y observó. Y vio que los muertos
no aceptaban flores
ni correspondían a ruegos
y no cambiaban su rencor.
Sus huesos y los copos de su piel
seguían obedientes a la tierra.
La risotada de Cuervo
fue como una tos.
No se había equivocado.