Dormido, pienso en cómo sería ser cazado por un ave. Inmediatamente,
soy minúsculo y me están dejando caer en un nido. Siento que estoy por
desmayarme. Los polluelos son unos siete tomates cherry que, al verme llegar,
muestran unos pequeños picos hambrientos. Por un momento los creo inofensivos,
luego -con terror- estoy seguro de que me van a devorar poco a poco y que al
recuperar la conciencia (es decir, al despertar) me voy a encontrar destrozado
y aún vivo, con los intestinos desparramados.
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