So just lend your time to me
AUTOPSY
You must philosophize
But why must you bore me to tears?
You're red around the eyes
You tell me things no one else hears
You spend all your time crying
Crying the hours in tears
Crying the hours in tears
You must philosophize
But why must you bore me to tears?
You're red around the eyes
You tell me things no one else hears
You spend all your time crying
Crying the hours in tears
Crying the hours in tears
Come lend your time to me
And you will know that you are free
And when you look at me
Don't think you're owning what you see
For remember that you're free
And that's what you want to be
So just lend your time to me
And you will know that you are free
And when you look at me
Don't think you're owning what you see
For remember that you're free
And that's what you want to be
So just lend your time to me
DOS ANIMALES
Mis manos y tus huesos
han aprendido a reconocerse
como dos animales.
Por encima de los muros
se reconocen,
se convocan
con la profundidad
de las manadas.
Si se entromete el mundo
con edades de hierro:
no se inquietan
mis manos,
aun desde bosques enrejados
sabrán lo que te pasa.
Sueño del 5 de abril de 2014
Lucho contra un ser que en mi mente se llama sirena. Estoy en una
habitación cerrada. Las baldosas blancas del techo son de un material
esponjoso, que puede atravesarse. Por ahí se desliza un ser blanco y azul:
primero se ve un burbujeo en la baldosa por la que aparecerá, después empiezan
a caer gotas blancuzcas y gruesas, y al final cae una masa espesa, vagamente
humana, que toca el suelo y al instante vuelve a ascender. Yo tengo una lanza y
cada vez que advierto el burbujeo la clavo en la baldosa correspondiente. La
sirena grita como un animal, con chillidos muy agudos. Tras unas cuantas
punzadas, deja de usar la táctica del techo y se materializa totalmente en el
suelo. Su cuerpo, femenino, es azul y está cubierto de una saliva blanca casi
plástica. Sostiene dos espadas que parecen cimitarras. Una especie de cáscara o
capullo sólido le cubre la cabeza y los hombros, así que no le veo la cara. Se
dirige hacia mí blandiendo las espadas y me doy cuenta de que ya no tengo la
lanza. Finjo tenerla moviendo las manos en el aire pero ella se acerca y me
clava las espadas. Yo pongo mi puño en su costado como si tuviera un arma, sin
efecto. Me despierto apuñalando la almohada.
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