El frío está detenido
justo en una línea
entre invierno y otoño:
se adentró demasiado
y ahora debe capitular.
Los lares se vistieron
de rojo muy pronto.
Los raíles de luz prosiguen
hasta fiestas hoy futuras.
Y las manos, vueltas hacia arriba,
esperan una blancura
que quizás no les pertenece.
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