En la calle, se nos acercan unos repartidores de panfletos xenófobos.
Se trata de una rama radical de la CUP, llamada MST, que querría expulsar a
todos los no catalanoparlantes. Enseguida vienen otros repartidores, un chico y
una chica peruanos, que reparten menús de restaurante, y nos preguntan,
sonriendo, si estamos interesados en combatir la xenofobia; se trata de una
burla contra los mensajes de la MST. Nos hacemos amigos. Nos sentamos a charlar
en una mesas de picnic en un parque, en la plaza Francesc Macià. Hablamos del
nacionalismo catalán, yo digo: 'Cuando un pueblo tiene una pasión, la moral
baja.' Se quedan muy impresionados. Les digo que justamente la frase es de un
escritor catalán, Josep Pla. A uno le gusta tanto que la escribe en el lomo que
forman las hojas de un libro cerrado. A mi lado hay un enorme ordenador,
asegurado a la mesa con varias maderas. Se trata del ordenador de Carme
Balcells (aún vive), que tiene su mesa de trabajo en aquel parque y que llega
al poco para unirse a nuestra conversación.
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