Me cuento entre las cosas que no
se resisten a perder
su estado
porque mi lugar es
el suelo
y coronar un azul
más hondo
y más alto es obra
de ciervos.
Vivo entre las manos
de otros,
pasajero en sus
cestas pasajeras
que me llevan como
regalos
a una dinastía
incierta. Soy
como una fruta que
se pudre
y regenera
constantemente
pero hecha de larvas
doradas
que dentro de mí
esplenden
exasperando a quien
las use
como guías en el
cielo. Soy la clase
de acertijo que es
igual a quien lo dice.