Participo en una adaptación teatral de La metamorfosis. Se hace en el comedor de una casa y sólo hay una
persona de público. Los actores somos una mujer de mediana edad, notablemente
fea, y yo. Interpretamos el papel de los habitantes de esa casa. Empieza la
obra. Llaman a la puerta y aparece un hombre alto y delgado, con aspecto enfermizo.
Por un momento me salgo de mi papel y digo: ‘No… Tenía que ser un insecto’,
pues, hasta donde yo recuerdo, en aquel momento tenía que hacer aparición la
cucaracha gigante. Los actores no me hacen caso, la escena sigue. El hombre nos
enseña dos móviles, vemos fotos antiguas de él: era un torero ‘olímpico’ muy
reconocido y ahora es una nulidad. Se entiende que esa es su cualidad de
insecto humano. Se sienta en el sofá, abatido. Nos explica sus penas, nosotros
intentamos consolarlo. Yo sigo esperando que en algún momento se opere la
transformación; pero rápido, porque sé que la obra es muy corta.
Sueño del 8 de agosto: Altísimo
Mar y yo estamos ante una enorme ventana rectangular. Se ven algunas
luces de ciudad y estrellas, pero la oscuridad dentro y fuera es casi total.
Entonces una silueta empieza a tapar poco a poco las luces, y entiendo que
detrás de nosotros hay una especie de gigante que se está levantando. Siento
mucho miedo y le digo a Mar ‘¡Es altísimo, altísimo!’ Nos abrazamos a la espera
de que pase algo, hasta que todo queda en completa oscuridad.
I si et fan fora
I si et fan fora
de la llar de foc
què faràs, inútil
bola de greix?
A qui aniràs a
plorar
si fins i tot per
això
necessites un
títol?
Deixa’m tancar
les finestres
abans que arribi
la teva plaga
fins aquí,
que ja veig que
tornaràs
a donar-te cops
contra el llom de
la vaca,
com si aquesta
fos
la teva casa.
A la cel·la romboïdal
A la cel·la
romboïdal
que carregues
al teu voltant
i que exclou els
altres,
les fotos comencen
a caure de les
parets.
Escombra-les.
Contempla
l’obra des de
fora.
N’estàs molt
lluny
i no ets qui
pensa,
ets el pensat.
Una cosa por otra
Una cosa por
otra. Dame un niño que no llega a la mitad de la cama. Abre la puerta a
medianoche y mira el destello de su corazón sobre la sábana. Él cuenta con esta
mirada, con la coraza que le falta. Cada noche es la primera.
¿Qué puedo
decirte? Cuando despierte y alcance las cercanías de tu edad, te dirá que
dudaste, que nada sintió de tus cuidados. No vendrá a llamar a tu cuarto. Una
cosa, te pedirá, dame una cosa por la otra.
Matinal
Matinal
et vénen a dur el
tall
del teu cervell.
Se n’escapa una
paraula
feta per
podrir-te
el pensament.
Te la porta
l'amic
volent-te ajudar.
Te la dóna el
carnisser.
Te la dóna la
florista
en un pom de
gerberes
perquè et
coneixen bé
i saben que és
teva.
FÁBULA
Antes, cuando el
hombre señalaba hacia arriba, mirábamos al cielo. Triángulos y bestias
transparentes hacían de la noche su escritorio. Cada figura emergía con su
rúbrica, cada monstruo nos consolaba con blancura.
Ahora en cambio
miramos al hombre. Tiene los tobillos en la tierra y la cabeza ya en el éter azul,
sus ojos muy cerca del fuego, una constelación en sí mismo, una fábula de
reconstrucción.
Sueño del 23 de mayo: substitución
Estoy en una casa sin muebles, es de noche. Voy por un largo pasillo y
al girarlo me encuentro con un monigote que representa la muerte. Me asusto, y
enseguida veo que lo sostiene mi madre. Ella y mi tía lo han montado para mí. Consiste
en un cráneo, quizás una máscara de carnaval, y dos garras atadas a un palo,
todo cubierto con un abrigo verde. Le recrimino a mi madre que me haya
asustado, especialmente porque, según parece, estoy enfermo y estos días ya me
estoy encontrado con la muerte de verdad. Critico, en efecto, que su muñeco no
se parezca a la verdadera muerte, y enseguida esta aparece. Es mucho más alta y
no tiene garras visibles. Su cara es también un cráneo pero, curiosamente,
mucho menos realista que la máscara del muñeco, es más fantasmal. Adivino que
su cuerpo es una especie de largo palo. Lleva puesto también un abrigo verde
con capucha. Me mira ofendida porque entiende que la quiero substituir, y hace
ademán de irse. La intento retener, pero sólo porque el abrigo es mío y lo quiero
de vuelta. Se escabulle rápidamente por el pasillo. La persigo hasta una puerta
con barrotes, por la que ella pasa sin problemas. Miro y sólo me da tiempo de
ver cómo desaparece por la calles, con el abrigo ahora amarillo, convertido en
chubasquero.
Sueño del 20 de abril: ‘Dulce demora’
Voy con un grupo de gente por un camino lleno de barro, al aire libre.
Tengo la cabeza baja, sólo veo sus piernas y sus bastones hundiéndose en el
suelo. Creo recordar que en algún lado Borges escribe: ‘Yo caminaba siempre un poco
por detrás de ella; así me di cuenta de que la amaba.’ En este texto (no sé si un
cuento o un poema en prosa), se dice que esta mujer es una ‘dulce demora’, porque
estar enamorado de ella hace que el narrador camine más lentamente. De alguna
manera todo esto afecta a mi situación actual, pero no sé bien cómo.
Sueño del 13 de febrero: El escarabajo
Desde lo alto de una pared me habla un escarabajo. Parece que existe
desde hace mucho y ha ido acumulando conocimiento durante siglos. Me explica
cosas trascendentes sobre la historia del mundo para que las apunte (no
recuerdo ninguna). Sé que el escarabajo es Gregor Samsa. Entonces estamos al
aire libre y bajamos por un muro altísimo. Yo voy detrás de él, no sé cómo me
agarro al muro. Miro hacia abajo y veo neblina. Debajo se distinguen copas de
árboles rojizos, y destellos quizás de fuego. El escarabajo se detiene y me
informa de que eso es el infierno. Con algo de miedo dice que no tiene ganas de
volver allí y que no piensa acercarse más.
Sueño del 22 de enero: Los xenófobos
En la calle, se nos acercan unos repartidores de panfletos xenófobos.
Se trata de una rama radical de la CUP, llamada MST, que querría expulsar a
todos los no catalanoparlantes. Enseguida vienen otros repartidores, un chico y
una chica peruanos, que reparten menús de restaurante, y nos preguntan,
sonriendo, si estamos interesados en combatir la xenofobia; se trata de una
burla contra los mensajes de la MST. Nos hacemos amigos. Nos sentamos a charlar
en una mesas de picnic en un parque, en la plaza Francesc Macià. Hablamos del
nacionalismo catalán, yo digo: 'Cuando un pueblo tiene una pasión, la moral
baja.' Se quedan muy impresionados. Les digo que justamente la frase es de un
escritor catalán, Josep Pla. A uno le gusta tanto que la escribe en el lomo que
forman las hojas de un libro cerrado. A mi lado hay un enorme ordenador,
asegurado a la mesa con varias maderas. Se trata del ordenador de Carme
Balcells (aún vive), que tiene su mesa de trabajo en aquel parque y que llega
al poco para unirse a nuestra conversación.
Pozos
Ahí estás de
nuevo, insistiendo ante pozos sellados. O es que están abiertos y secos para
tus manos, y nada sabes izar en ellos.
O es que las
personas no son fondos hacia donde apuntar tu sed. Y si miras bien adentro y no
ves un reflejo, tu cabeza recortada contra el cielo, te enfadas, eres injusto,
les niegas el saludo. Y te das toda la razón para seguir caminando por el
desierto.
Sueño del 30 de diciembre
Estoy en casa de mis abuelos, solo, y es la hora de comer. Decido
hacerme unos espaguetis, y empiezo a prepararlos en un vagón de metro de la línea
amarilla. Mientras la pasta se cuece no sé dónde, dispongo una televisión y un
taburete para mirar algo mientras como, pero la presencia de los otros
pasajeros me hace dudar de la conveniencia de esto. Me da vergüenza. Estoy además
pendiente de no pasarme mi parada. Miro continuamente el mapa de la línea pero
soy incapaz de leer los nombres de las paradas. Pienso: 'Este es el tipo de
cosas que me pasan en los sueños.' Me doy cuenta entonces de que voy en la
dirección opuesta, y me bajo en una parada que está fuera de la ciudad. El
nombre de la estación es 'Los sarracenos' o 'Los nibelungos', puesto que de allí
empieza una ruta histórica de una civilización cuyos restos pueden visitarse en
la montaña. Camino por el andén y veo que parte de la vía está bajo un estanque,
aunque eso no impide su uso. Del agua además sale un gran árbol hecho de dos o
más troncos enredados entre sí. El reflejo de este árbol tiene alguna
importancia para mí que no sé concretar. Decido hacer la ruta histórica. El
punto de inicio está dentro de un edificio destartalado, en ruinas, lleno de chatarra.
Delante de mí avanzan unas turistas americanas que no están muy convencidas de
que las escaleras sostengan su peso. Yo también pienso que el lugar es
peligroso, y antes de empezar a caminar suelto el tenedor con el que iba a
comer y que, al parecer, había sostenido todo el tiempo.
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