LOGIA NEGRA




Vendrá otro año
en que otros pies
recorrerán el mármol
del templo siguiendo
un sueño inacabable
de substitución.


MÍRMEX (1)



Es la vieja historia
termita contra madera.
Resistiré sólo
un número limitado
de intentos de entrar,
unos cuantos émbates
contra la fragilidad.
Tú serás múltiple
de muchas bocas
y tienes siglos libres
para atacar mordiendo
las distintas piezas,
mientras me tienes detenido
en la alfombra, donde
las marcas de mis patas
retienen debajo el color
original de la alfombra.


Un poema de Tomas Tranströmer

(trad. de Roberto Mascaró)


DE MARZO DEL '79

Cansado de todos los que llegan con palabras, palabras, pero no lenguaje,
parto hacia la isla cubierta de nieve.
Lo salvaje no tiene palabras.
¡Las páginas no escritas se ensanchan en todas direcciones!
Me encuentro con huellas de pezuñas de corzo en la nieve.
Lenguaje, pero no palabras.



ÓMPHALOS




No. La tierra se extiende grandes trechos
y acaba en el agua, las aguas
prosiguen hasta tocar continentes.
Así educan a caminar a la gente.
No: el círculo del mar
está siempre delante,
en cualquier lugar, y tu casa
se levanta sobre un ombligo
no exactamente en el centro,
inadvertido por las brújulas.


Beso


beso 3. m. Golpe que se dan las cosas cuando se tropiezan unas con otras.

LEAR




Las hijas duermen. Sus cabezas en fila
son expuestos dientes de león
que ya superan la muralla.

Despertarlas, inventarse una luz
que las devuelva al lado incauto,
antes que aprendan a soltarse.


LAS BUENAS MANOS




El liso choque que sale
entre cristales. Eso la luz
devora, y suda.

Polvo escala ambiente
nada también ceñido. Porque
a blancos sueros, como sabes.

Sí, las buenas manos. Ya
recuerdo. El arsenal es donde
respira un poco por debajo.


Un poema de Feliu Formosa


Una fletxa de plata
esborra el temps
entre l'època de l'aigua
plana del llac
i la del pou d'avui.
Costa de treure'n l'aigua
i se'n perd mentre puja
la galleda entre grinyols
de politja rovellada.

Però és una aigua fresca
i neta,
i ara voldria agafar
al vol la fletxa de plata.


          De Al llarg de tota una impaciència (1994)

SALMO



La fuente más pequeña
de Dios tendrá siempre
la plenitud de la uva,

y del pájaro más pequeño
saldrá el primer gemido
que despierte todas las lágrimas.


'Diario de la urraca', de Rodolfo Häsler


El 6 de noviembre en el laboratorio de escritura se presentó el último poemario de Rodolfo Häsler, Diario de la urraca (cuaderno paulista). Participamos la poeta Neus Aguado y yo mismo. Estas fueron las notas que leí a propósito del libro.



URRACA Y CIUDAD

Es un honor difícil resumir el poemario de Rodolfo Häsler Diario de la urraca (cuaderno paulista). Sé que tiene tres personajes recurrentes, que son la urraca, el poeta y la ciudad. Sé que, en el libro, estos tres elementos suceden en relación a una preocupación mayor, que es la creación poética. Me gustaría hablar de todo ello partiendo de la urraca, el elemento más rico y matizado del poemario.
       Un animal, cuando aparece en un poema, puede ser varias cosas. Puede ser el mero animal que su nombre describe, y que se pasea por los versos sin segundas intenciones; o al contrario puede ser sólo un nombre sin cuerpo, un símbolo de un humor, de una idea, de una tradición. Los lobos son la guerra, el ciervo representa a dios, el cuervo anuncia la muerte. Pero también puede convertirse en una tercera cosa: un animal, sí, visto o pensado o recordado, pero convertido en un personaje que desborda el cuerpo que le dio la naturaleza: una palabra que es idea y bestia a la vez. En el caso del libro que nos ocupa creo que los poemas son transitados -atravesados- por los vuelos y los picoteos de urracas reales, corpóreas, pero que también son presagio y visión de otra cosa.
El libro tiene tres secciones: el diario paulista en sí, 'La urraca de luz' y 'La urraca en el cuadro'. En la primera, el paisaje urbano de Sâo Paulo es el escenario donde el poeta descubre este ser interior y exterior a la vez, la urraca. En la segunda, el lugar de encuentro parece ser más bien la mente del escritor, donde la urraca ha penetrado y se expresa con extrañas pulsiones. En la tercera, los elementos anteriores parecen haberse fusionado en una breve serie de pinturas abstractas esenciales, que contienen esencia. Aquí, la reflexión es más impersonal, y la preocupación por el dominio del arte (pintura o poesía) se manifiesta más claramente.
            Volvamos al principio y recorramos el proceso que el libro nos propone, que se abre con estos versos:

           Tengo una urraca que todo lo mira.
           (...)
            En territorio agreste, lejos de mantener la calma
            la urraca se manifiesta, insiste en un vuelo sin laberinto,
            atraviesa el éter y anula el deseo yéndose por el costado,
            (...)
            embauca temprano a su adiestrador.

          El poema se titula 'La urraca lúcida'. Se trata de un pájaro que parece saber más que 'su adiestrador', el poeta que la describe y la crea. Esta urraca observada es también un observador penetrante, es un sentimiento, en la mente del poeta, casi de conciencia universal. Curiosamente, del primer al segundo poema, pasamos de la idea a la palabra:

           La palabra urraca: la leo en el espejo.
           Un liso corte en el cristal ¿qué te propone?
           
       La urraca está en la imagen del poeta ante el espejo, y le plantea un interrogante que él mismo no está seguro de resolver: ¿qué busco obsesionándome con esta palabra? Porque en general el poeta puede tener una idea muy clara de qué quiere hacer en un poema, pero en las ocasiones más felices obtendrá un resultado inesperado.
       A medida que caminamos con el poeta por la ciudad de Sâo Paulo, encontramos más urracas: una que es ciega cuando el poeta está ciego, una carroñera cuando el poeta piensa en la descomposición, otra que huye cuando él quiere marcharse, etc.; y así empezamos a constatar que la urraca y él son uno. Parece que la necesita para hablar:

        Alimenta a una urraca. Crea un alfabeto nuevo
        en su lengua.
        (...)
       deja de hablar y alcanzarás la elocuencia.

       E incluso el ave le enseña la naturaleza del amor:

      Al ver una urraca supiste cuánto se puede
      amar. Esa caricia inútil, un bosquejo de dedos
      que indica un camino ascendente...

    La urraca toma posesión del poeta. Al final del diario en sí (la primera sección) este pájaro es una 'última palabra que procede de lo alto y desciende/ como el rocío sobre los tejados.' Y el poeta debe aceptarla, se impone un saber escucharla, para evitar 'el filo/de la página en blanco.'
      En la segunda sección, como siguiendo la imagen anterior, algo epifánica, la urraca es un objeto de luz:

     Depurando la palabra que escupió en mi ojo,
     una luz apelmazada en el centro de la estancia.

     Es un guiño, por si no lo entiendes.

     Es de luz y, de nuevo, algo quiere comunicar al ojo que quiera acogerla, probablemente al del poeta. En esta sección encontramos fogonazos de dolor. Los versos son más torturados y se menciona explícitamente (si no me equivoco) la muerte por primera y única vez. La urraca ha entrado en el espacio mental del poeta, y así ilumina a la vez que oscurece ciertas partes de él, limpiamente. Transformada en palabra, la urraca revolotea por dentro del poeta, alterando lo que toca, lo que nombra:

       (La palabra, una orden
       bajo el filo de la sequía,
       una azada disemina el rastrojo,
       abajo las tumbas preservan el recuerdo,
       te hundes.

       (La palabra urraca,
       la palabra empuja lejos un sonido,
       pie, gazza, Elster,
       un sonido ensordecedor se antepone a las horas,
       la página consume la tinta de la respuesta.)

       Los graznidos llenan la página, el ruido se transforma en tinta: el poeta ordena los nombres del pájaro en diferentes idiomas, significantes de un sólo significado. Este poema que acabo de leer es, creo, un nudo en mitad del libro, donde coincide el animal con el término que lo designa, para unirse y también empezar a desaparecer.
       Precisamente, en el último poema de esta sección, 'la urraca se va' y 'viene el perro': de nuevo, ¿qué perro es este, qué animal pensado o visto es el perro que queda en la cuneta abierto al fuego de la descomposición? Como si la urraca fuera un alma que deja un cuerpo, cuando se va este perro ya 'no podrá cantar, ni decir, ni escribir'. En este punto, sólo queda disolución y olvido.
       'La urraca en el cuadro' es un contrapunto sosegado a las dos anteriores secciones, aunque no por ello es menos intenso. Efectivamente, los animales se han ido. Quedan los colores del paisaje, una cierta calma de lo consolidado, que se manifiesta en tardes y torres y cipreses. Queda el poeta, una sola cosa con sus obsesiones. La maestría del poeta/pintor nos ha llevado hasta aquí, a la congregación de lo irreconciliable.
       Hemos empezado el paseo que propone el libro con una palabra, urraca, que primero se ha hecho cuerpo y luego ha entrado en nosotros. ¿Qué hacer con su recurrencia? El arte es la respuesta, ya que es la herramienta que nos permite transformar el dolor. Así se lo define en esta sección: 'El punto medio entre lo personal/y lo inalcanzable.' De esta manera conciliamos la obsesión, que puede ser una carroñera o una iluminación: con el trabajo del arte.
       'Última escena', el poema que cierra el libro, nos deja una esperanzada pero estoica noción sobre la creación artística: 'El artista aguarda una decisión. No existe la página oscura.' La página en blanco no es la enemiga del poeta (todas las páginas están en blanco para quien no tiene nada que decir). La oscuridad es el verdadero obstáculo del orfebre, del iluminador. Y en este caso, como buen artesano que conoce su oficio, el poeta Rodolfo Häsler sabrá hacer callar a su oscura urraca o, al menos, hacerla cantar para él.


Con Neus Aguado y Rodolfo Häsler


FANUM



Entro en tu templo
otra vez, maldiciéndome.

Flami


flami. Vel de color de foc que duien les núvies de la Roma antiga.

Sueño del 21 de septiembre de 2013

Trabajo en un dibujo que combina lápiz, pintura y maquetas. Trata de un ahogamiento en plena noche. Dibujo la superficie del mar nocturno, y añado un pequeño remolino de espuma blanca que indica donde ha caído el hombre ahogado. Entonces dibujo burbujas en orden descendente que se van agrandando hasta llegar a la boca de la víctima. Dibujo su cabeza sin considerar la perspectiva, más grande, como más cerca del espectador. Pinto las aguas de azul oscuro. Añado, a la derecha de la escena, unos acantilados hechos de cartón. De alguna manera están insertados en el dibujo. Las aguas tienen también cierta entidad física y se mueven según la marea. El vaivén cubre y descubre la parte baja de los acantilados, revelando grutas y rocas escarpadas. Pienso: 'Queda bien que la roca se vea mordida.'




PÓNTICA



A menudo he hablado contigo
bajo el gélido cielo, y te he contado
cómo querría que fueran las cosas.

Quizás escoja palabras impropias
o no conozca el orden que prefieres;
pues aunque no estés, puedo sólo
imaginar que callas y te vas, sereno
como un arroyo hacia la noche.


Lengüear

lengüear


1. tr. ant. Espiar, seguir a alguien, preguntando, tomando lengua o noticia de él.

ETÉREA




De todas las clases de silencio
el que más se agradece
si hace sol
es el del viento contra las hojas.
El viento,
cuando repetido en las manos de las hojas,
se hace común
al momento presente
y a cualquier siglo ya en ruinas,
como un hilo que ensarta
con esta sensación
tan privada en apariencia
a todos
los que han visto y han buscado
bajo los árboles
una postura contra el ruido.


Magenta

magenta (Del it. magenta, por alus. a la sangre derramada en la batalla de Magenta, 4 junio de 1859, porque este color se puso de moda después de esta).


1. adj. De color rojo oscuro.



UNA VIEJA HISTORIA (1)



'Tortus, inventaré una máscara
que te mantenga despierto
para siempre.

Escucharás mis historias. Sabrás           
cómo el mundo fue creado.
Todos los molestos pormenores.

Si el sueño es distraerse y olvidar,
que esta máscara te pellizque
los tendones en la pura atención.

Que desde la nuca
te recoja la piel cansada
y estire los labios con los que tanto protestas,

que te seccione las orejas
y deje dos agujeros
como dos ojos negros de pez

a cada lado, bien atentos.'


Grito


grito 4. m. Chirrido de los hielos de los mares glaciales al ir a quebrarse por estar sometidos a presiones.


MARGEN



Antes de que el Jordán abandone
esta tierra ven a probarlo conmigo.
Lejos del camino, atrás el hollín
de la servitud, en su margen fresca

donde las piedras murmuran
transparentes hunde las muñecas
hasta no sentirlas, cercenadas,
hasta dejar sólo cristal.

Así, donde prosigue tu vida,
todas las cosas que has tocado
tiemblan, y se levantan pulcras.


Lucero


lucero 1. adj. Dicho de un toro o de un caballo: de pelo oscuro y con una mancha blanca en la frente.

Querubín, 1




Y cuando se cerró la puerta
se despertó el querubín,
insalvable, profundo muro.

Hasta donde le lleguen los brazos a él
no podré tender la mano y tocarte.










Playa




Toda la fuerza del mar,
para mostrarla no necesita
alterar una ola
pero está ahí, inamovible,

(¿debes mostrar tú
dónde te trabajan
los yunques, constantes?)

y lo sepas o no,
te ha visto nacer y te dará
la segunda orilla.


Una falsa traducción de Ted Hughes




Un último recado de Cuervo


Cuervo pasó un tiempo observando
en los alféizares y dijo
'Son exigentes los vivos'.
Así que transió a los hombres
con un agujero
profundo como las entrañas del océano
y palpitante como las entrañas de una vaca
para que aprendieran
el verdadero dolor y la verdadera pérdida.

Luego mientras contaba con gusanos
sus días y brincaba en la tierra
húmeda del cementerio
Cuervo se posó en las lápidas
y observó. Y vio que los muertos
no aceptaban flores
ni correspondían a ruegos
y no cambiaban su rencor.

Sus huesos y los copos de su piel
seguían obedientes a la tierra.
La risotada de Cuervo
fue como una tos.
No se había equivocado.


Black beauty I love you so



Sueño del 12 de junio de 2013


Irene y yo asistimos a una actuación de Didac Alcaraz. Se hace en su casa. Esperamos, junto con un reducido grupo de gente, ante la entrada de lo que parece ser una capilla. Una vez dentro, la actuación empieza, difusamente. Una chica muy delgada del público hace comentarios. Irene se lo reprocha diciendo: '¿Es que en tu casa no te enseñaron a callar?' Como la chica sigue hablando, Irene le dice, exasperada: '¿Sabes lo que es la mierda blanca? Tú eres mierda blanca.' Significa que esta persona pretende ser moderna y especial pero que en realidad no vale nada. La actuación prosigue, ajena. Hay diferentes escenas. En una, Didac toca una guitarra, cantando frases sin sentido. Nosotros nos morimos de risa, pero el resto de gente guarda silencio. En otra escena, tres enanos sentados en un sofá rojo interpretan a los reyes magos. Baltasar, que finalmente no es enano, dice frases sin sentido, usando sobre todo verbos en infinitivo. De nuevo, me parto de risa, haciendo un sonido de hiena. A cierto punto, Didac se pierde por la casa pero sin dejar de cantar. Nosotros aprovechamos para explorarla. El lavabo, de colores chillones, tiene una disposición absurda. En el comedor, sobre una estantería descubrimos, ordenados alfabéticamente, los libros de una editorial que Didac parece tener. Son libros de los que se hace un solo ejemplar tallado en madera. Las láminas tienen relieve y están pintadas a mano. Un libro está hecho de grandes hojas de árboles cosidas en páginas de tela. Otro que atrae mucho nuestra atención se titula 'El pelo de mamá.' Las páginas tienen cosidas largas cabelleras y el libro viene con un peine. Por alguna razón, me parece que no debemos tocar ese libro en concreto e insisto en que lo devolvamos al estante.

Una falsa traducción de Rilke




Tú no vienes
a la boca que teme llamarte.
Estos, los silenciosos,
se admiran
del desnivel de tus manos
sobre su mesa.

Y cuando envías a los tuyos
bajo caras de hombre
tampoco saben ayudarles:
callados porque saben más
vienen de la región construida,
fulgurando
desde el este de las grandes nubes
incendiarias.





Un poema de Longfellow



THE ARROW AND THE SONG
Henry Wadsworth Longfellow

I shot an Arrow into the air
It fell to earth I know not where,
For so swiftly it flew, the sight
Could not follow it in its flight. 

I breath'd a Song into the air
It fell to earth, I know not where.
For who has sight so keen and strong
That it can follow the flight of a song? 

Long, long afterward in an oak
I found the Arrow still unbroke;
And the Song from begining to end
I found again in the heart of a friend.

*

LA FLECHA Y LA CANCIÓN

Disparé al aire una flecha
Y no sé dónde cayó en la tierra,
Pues tan veloz voló que la vista
en su vuelo no podía seguirla.

Respiré al aire una canción
Y no sé dónde cayó en la tierra.
¿Pues quién tiene vista tan fuerte y sagaz
que el vuelo de una canción seguir pudiera?

Mucho, mucho después en un roble
encontré la flecha aún entera;
Y de principio a fin la canción otra vez
en el corazón de un amigo encontré.

IBLIS



Sé muy bien qué significa
que haga tanto calor.
La mano se ha dejado ir,
esa que me dio un contrato

que cumplir, o sea un techo
y el sol en contra. Es Iblis
liberado, mediodía
cegador, hecho todo

un susurro con los árboles
de la ciudad. No me dicta
malos consejos. Confía
en que sabré yo solo

hasta los pies bajar
las rodillas, sin quejarme
a un amo que me place.
Y esa fe, yo puedo dársela.