de un bol de fruta.
Un bello asunto
'En cuanto al hueso que se halla dentro del corazón del ciervo, es un bello asunto que hace sonreír a los cazadores; está escrito, sin embargo, que ha sido salvación de muchos cuyas entrañas fueron tomadas por materia pestilencial.'
A. Gamoneda, Libro de los venenos
Sueño del 24 de noviembre
Debo seguir a un desconocido por el campo. De una forma vaga somos
enemigos y él sabe que lo acecho. Lo sigo a poca distancia, sin prisa, hasta
una suave pendiente que se adentra en un bosque. Bajo tras él y lo encuentro
sumergido hasta la cabeza en arenas movedizas. Me mira aterrado, con la boca
abierta, pero no grita ni me pide ayuda. Por algún impulso misterioso decido
que ya no me interesa, así que avanzo hacia una zona del bosque que se
convierte en pantano, caminando sin que las arenas tengan efecto sobre mí. Voy
por unas aguas hundido hasta la cintura y aparezco en un puerto. El impulso me
dirige hacia un enorme barco anclado en el muelle, hacia el cual otras personas
caminan también, sumisamente. Una vez dentro, me reúno con ellos en una sala
oscura con grandes ventanales que dan al mar, que pasa veloz como si ya estuviéramos
en movimiento. Las personas en la sala son japoneses; entiendo que forman una
especie de secta cuyo fin es sólo mirar el mar en silencio hasta morir. Una de
ellas, quizás recién iniciada, comenta impropiamente que antes o después
veremos tierra. Le digo que, para esta gente, esto equivaldría a una herejía.
No me entiende.
LARES
El frío está detenido
justo en una línea
entre invierno y otoño:
se adentró demasiado
y ahora debe capitular.
Los lares se vistieron
de rojo muy pronto.
Los raíles de luz prosiguen
hasta fiestas hoy futuras.
Y las manos, vueltas hacia arriba,
esperan una blancura
que quizás no les pertenece.
Nothing Gold Can Stay
Nature’s
first green is gold,
Her hardest hue to hold.
Her early leaf’s a flower;
But only so an hour.
Then leaf subsides to leaf.
So Eden sank to grief,
So dawn goes down to day.
Nothing gold can stay.
Robert Frost
[Nada dorado permanece
ESTRELLA NEGRA
Conversando con normalidad
querría decir sin sorprenderte
que la memoria es un cielo
continuo y que la estrella
negra de ti permanece.
Cuando sea capaz de expresar
cosas así sin mediaciones,
os estaréis apagando
tú y el pequeño oráculo
que a ti me une con ambages.
Sueño del 6 de octubre
Empiezo a ver una película de sello dogma titulada 'La niñera.' Trata
de un hombre que se enamora de la canguro de sus hijos y pone en peligro su
matrimonio. La película empieza con lentos fotogramas de una cara de mujer, la
niñera del título, mientras se oye una voz de hombre que dice: 'Nunca olvidaré
la vez que mi mujer instaló en mi cabeza la idea de que la niñera quería
envenenar a nuestros hijos.' Sé que el hombre dice esto como justificación de
su affair, como si su mujer lo hubiera inducido a ello. Mientras habla, se ve a
la niñera enrollando paquetes de droga dentro de hamburguesas. La película no
tiene subtítulos (es noruega) así que para entenderla debo escribir los diálogos
a lápiz sobre la pantalla del ordenador. Tengo que ir muy rápido para seguirlos
y lo escrito con el lápiz no permanece. Cuando se dice una frase como 'le había
acontecido guardar la droga', trato esta vez de tallarla sobre mis zapatos
negros, con una herramienta indefinida. Sujeto el zapato con el cinturón, y el esfuerzo
es tal que me despierto.
¡Oh sombra!
Electrelane + Juan Boscán
Como aquel que en soñar gusto recibe,
su gusto procediendo de locura,
así el imaginar con su figura
vanamente su gozo en mí concibe.
Otro bien en mí, triste, no se escribe,
si no es aquel que en mi pensar procura;
de cuanto ha sido hecho en mi ventura
lo sólo imaginado es lo que vive.
Teme mi corazón de ir adelante,
viendo estar su dolor puesto en celada;
y así revuelve atrás en un instante
a contemplar su gloria ya pasada.
¡Oh sombra de remedio inconstante,
ser en mí lo mejor lo que no es nada!
Sueño del 20 de septiembre
Escucho una balada cantada por Rocío Jurado que contiene estas líneas:
Alzarás conmingo la copa
y te cubriré los cojones
con una niebla boreal...
Alzarás conmingo la copa
y te cubriré los cojones
con una niebla boreal...
Sueño del 6 de septiembre
Parece que Orson Welles dirigió una película en la que interpretaba a
un gigante durante la edad media. En la primera escena del film, en blanco y
negro, se ve al gigante despertando en un bosque. Se levanta con mucha
dificultad, apoyándose en los árboles, y se ve cómo el bosque tiembla entero, a
punto de desplomarse. El gigante empieza a caminar y queda claro que, aun sin afán
destructivo, la vida humana no significa mucho para él. Llega a un molino al
lado de un río e intenta servirse agua de la rueda, sin éxito. Coge un caballo
que acababa de beber y lo exprime sobre su boca abierta. Mientras miro al
gigante, ya dentro de la película y a su lado, me doy cuenta de que la gran
tragedia de un gigante es jamás poder dormir bajo un tejado. Pienso en lo
triste que debe ser dormir siempre a la intemperie. Entonces se ve pasar por
allí cerca un cortejo real. Recomiendo al gigante Orson que se esconda tras una
colina, porque lo verán como una amenaza. Pero él piensa que el rey quizás
pueda proporcionarle un lugar donde dormir (mis preocupaciones se han hecho
suyas). Así que se deja ver y el cortejo inmediatamente se dirige hacia nosotros.
El rey va delante, en una caravana del oeste. Su cochero tiene la cara más
hostil que he visto nunca.
Luz de gas
Gaslighting or gas-lighting is a form of mental abuse in
which false information is presented with the intent of making victims doubt
their own memory, perception, and sanity. Instances may range simply
from the denial by an abuser that previous abusive incidents ever
occurred, up to the staging of bizarre events by the abuser with the intention
of disorienting the victim.
The term owes its origin to the play Gas Light and its film adaptations,
after which it was coined popularly. The term has been used in
clinical and research literature.
That box you gave me burnt nicely
Q: What does 'Zimbo' mean?
A: It's an anagram of 'mozib', an old African word.
Q: What does 'mozib' mean?
A: 'Zimbo'.
EL ACERTIJO
Me cuento entre las cosas que no
se resisten a perder
su estado
porque mi lugar es
el suelo
y coronar un azul
más hondo
y más alto es obra
de ciervos.
Vivo entre las manos
de otros,
pasajero en sus
cestas pasajeras
que me llevan como
regalos
a una dinastía
incierta. Soy
como una fruta que
se pudre
y regenera
constantemente
pero hecha de larvas
doradas
que dentro de mí
esplenden
exasperando a quien
las use
como guías en el
cielo. Soy la clase
de acertijo que es
igual a quien lo dice.
Un poema de Antonio Gamoneda
Tu cuerpo silba bajo los arándanos.
¿Insinúas la libertad de las bestias protegidas
por conducta de los vientos?
Líbrate de la libertad antes de entrar en
mí.
Tú eres veloz y oscura entre los arándanos
encendidos; eres profunda y bella como
un rostro en el agua; tu piel es dulce. Pero mi lengua es sagaz
y tus oídos escuchan sin misericordia.
El silencio y sus círculos, el ácido que
depositas sobre mi salud,
la suciedad hirviendo dentro de mi alma;
éste es el precio de la paz. Acuérdate.
ESQUELETOS
Bebed la infusión de la noche.
La notaréis ocupando las raíces del cuerpo
templando la carcasa.
Rechazad la comida: la casa
no está hecha para guardar
por mucho tiempo noticias del exterior.
De hecho, no comáis más.
Vosotros sois conocidos sin cara.
Pienso que en una habitación
cada uno levanta su taza conmigo
y piensa: esto se acaba
aquí.
Tres versiones de ciervo
1
2
3
La
fuente
a la fuente, el
blanco
quieto del agua
ya no está. Sólo
el cobre
de unas monedas
resiste en sus
ojos.
El agua, las manos
que dejaron las
monedas,
sus deseos o
costumbre,
fatigan un poco al
ciervo.
Tampoco tenía
tanta sed para
empezar.
Sueño del 4 de julio
Estoy en un piso a oscuras. Sé
que mi nombre es Peter Kane y que estoy afectado por una maldición indefinida.
Salgo a la escalera, que está bajo una penumbra azulada, y me acerco a la
puerta del piso justo de delante. Doy un par de golpes con las palmas abiertas,
enfadado, y oigo: ‘Feliz cumpleaños una vez más, Peter Kane.’ Odio esa voz, que
me recuerda lo que hay tras esa puerta: un piso encantado, con cadáveres,
cruces de David y restos de sangre. Una vez estuve en ese piso y lo que vi me atormenta
cada cumpleaños. Me alejo furioso y asustado. La voz dice: ‘Naciste de una
madre viva y de un padre muerto, y tú no estás ni vivo ni muerto.’ Con la idea
de huir lo más rápido posible, me lanzo por el hueco de la escalera. Mi cuerpo
es intangible y en la caída las barandillas no me tocan.
Sueño del 30 de junio de 2014
Estoy en casa de
mis abuelos. La última habitación del piso, que de pequeño era la de los
juguetes, está llena de arena, en permanente oscuridad. Como tengo el firme
deseo de desaparecer totalmente, según me voy repitiendo, sé que debo ir allí.
Abro la puerta y entro en la arena negra. Me voy moviendo y, a pesar de que la habitación conserva sus
dimensiones normales, no soy capaz de dar con las paredes. Siento un poco de
vértigo y frío en los pies, hasta que por un escrúpulo indefinido (un recado
pendiente, miedo a perderme en el infinito) decido salir de la habitación.
'Una copa de Haendel', de José María Jurado
[reseña publicada en Quimera, revista de literatura, núm. 364, marzo 2014]
Una copa de Haendel
José María Jurado
La isla de Siltolá: Sevilla, 2013
64 páginas
DESCRIPCIÓN DE UN REFLEJO
Una
copa de Haendel es un
poemario refrescante por lo que tiene de extraño, es decir: de ajeno. No hay
confesiones personales, y las pocas experiencias directas que se adivinan están
filtradas por la forma. Sólo algunos poemas finales se refieren a la infancia,
pero gracias al preciosismo de sus versos, el lector recibe la idea de una
infancia genérica más que un recuerdo biográfico. En ese sentido, el libro
pertenece a la técnica antes que a la imaginación.
Curiosamente,
ese extrañamiento, esa preponderancia del artificio sobre el contenido del
mensaje (por así decirlo), hace de Una
copa de Haendel un poemario original, aunque su espíritu no busque ser
rompedor. José María Jurado se deleita con las figuras, los colores, las
abstracciones. Hay algo de cuadro rococó en cada poema: 'Rubias como la nieve,
/ con guirnaldas de flores en el pelo / y cintas de Moldavia, / bajo los altos
techos estucados / y el dorado fulgor de las cristalerías, / las princesas de
Austria / bailan en los espejos, / caderas de champán, ojos de escarcha.' Los
delicados cuadros de Jurado muestran fascinación por el detalle, muchas veces
subrayado por vocablos remotos: 'Ciprés y palisandro, / potrillo de madera
taraceada, / clavijero de dientes y cabeza partida, / brida y freno del
llanto.' Hay también ejemplos de divertimento poético, como 'Calendario
perpetuo', en el que el autor se propone encajar todos los meses del año en sólo
catorce versos; o en 'Chejoviana', una suerte de centón hecho de títulos y
referencias al escritor ruso.
Los
textos que pueden considerarse centrales en este libro tienen algo de juego, de
arte por el arte, o más bien de técnica: la mayoría de los poemas se miran a sí
mismos, de espaldas a la realidad. No hay referentes al mundo, sino a la
representación del mundo. Pero Una copa
de Haendel es a veces lo suficiente sólido como para levantar un mundo
propio en sus páginas. 'Diana', por ejemplo, tan excelso y exaltado, podría
compararse a un objeto de cristal tras el aparador de una tienda de
antigüedades: 'Elástica, / con el arco de plata y el carcaj / irisado de
estrellas / disparas a la noche venatoria, / señora del abismo, / cazadora / de
los ciervos azules de Orión.' En el poema, la diosa pasa como una estrella
fugaz: está lejos y es hermosa, y no todos invertirán tiempo en esperarla.
El
poema quizás más representativo del tono general es 'El juego de los abalorios' (el título hace referencia a una novela
de Hesse). Esta 'catarata / de letras que levitan y descienden' concluye con
toda una declaración de principios: 'Lluvia fugaz de luces y sonidos, / tornasol de pavesas y cenizas / se
posan suavemente como nieve / sobre el papel vacío y deslumbrado. / Nada sobre
la nada del poema.' Efectivamente, decir que Una copa de Haendel trata sobre nada puede ser apropiado. No porque
sea irrelevante, sino porque, por voluntad del autor, los poemas tratan de sí
mismos, de la búsqueda de ciertas palabras: son la descripción de un reflejo.
Las numerosas citas a otras obras y autores a lo largo del libro actúan en este
mismo sentido de buscar la realidad en la literatura.
Los
poemas que escapan a esta reducción a veces no son los mejores. 'Fragmentos de
una tabla de arcilla' es atractivo, pero más ambicioso que logrado; 'Dream a little dream of me' roza
peligrosamente lo sentimental ('en el país azul de la tristeza', 'he arrojado a
tu sueño / un puñado de estrellas irisadas.') Dos poemas que apariencia
contienen haikús ('Haiku' y 'Después de la lluvia') no siguen la forma
convencionalmente aceptada en español para esta composición; quizás sea a
propósito, aunque resulta difícil entender por qué, dado el dominio del autor
sobre la métrica.
El
poema que cierra el libro, 'La Quencia', contiene un giro digno de mención: 'tu
padre te ha ungido / con su mano suave y poderosa, / como la mano de Virgilio.'
Estos versos parecen referirse al padre y, sin embargo, este acaba
convirtiéndose en el término comparado: la escritura (la mano) de Virgilio es
tan firme y piadosa como la de un padre sobre su hijo. La literatura desbanca,
o desborda, al recuerdo. El mundo es sencillo, el poema no.
...
Parece que el avión persiga al sol
para evitar que se ponga.
Pero a las diez apagan las luces.
Cada fila se queda con tres
puntos suspendidos, vacilantes.
Adelante una mujer ríe,
su hijo acaba de decirle
alarmado: He olvidado mi cara.
Así imagino a mis muebles
estáticos en casa, debajo
en la ciudad. Ellos sin mí, unos
sin otros, somos inútiles.
Sueño del 25 de mayo de 2014
Veo una maleta marrón, vieja y reblandecida. Está abierta sobre una
cama. La asocio con un supuesto proverbio árabe que diría: 'Cuánto expresa la
mirada vacía de las maletas'. Me explico que una maleta vacía es tradicionalmente
señal de gran pena y nostalgia por un viaje fallido.
Presentación de 'Carcaj: Vislumbres'
El pasado miércoles 14 de mayo, en el Laboratorio de Escritura de Barcelona, se presentó el poemario 'Carcaj: Vislumbres', de Mercedes Roffé. Estas son las notas que leí sobre el libro.
Voy a empezar a hablar de Carcaj: Vislumbres por el final. Después
de leerlo, después de que el libro empiece a formar parte de la memoria propia,
uno puede tener la sensación de que recordar sus poemas es como tratar de
recordar sueños. Uno siente que algo ha pasado, algo importante y esencial
incluso, pero de entrada le puede costar aprehenderlo y ponerlo en palabras.
Sin embargo, prevalece una fuerte impresión de primera persona: esas vislumbres
no son ajenas y ya estaban en nosotros antes de entreverlas.
Con esto no quiero decir que
el libro peque de un exceso de abstracción. Los poemas son concretos, y las
palabras clave de cada uno exponen un perfil fácil de distinguir, o al menos
concebible. Entiendo así el título: primero vemos el carcaj, un objeto del
mundo (aunque quizás de otro mundo), un recipiente; pero las vislumbres tras
los dos puntos lo alteran, lo convierten en un estuche lleno de invisibles.
Asimismo, sabemos que las visiones, inasibles, están contenidas en una cosa,
que puede ser un carcaj o precisamente este libro. Por ejemplo, el excelente
poema 24 de la primera parte del libro, reúne esta doble cualidad de, por así decirlo,
altura terrenal.
Un buen poema sucede a pesar
del lector, que puede no entender la situación que se le plantea o quizás no
congeniar con un estilo. Creo que este poema, como la mayoría de Carcaj: Vislumbres, se imponen así: como
la visión se impone al santo, que quizás no la quiere y siente pesada la carga
de la revelación. Y es que este poemario tiene algo de iniciático. La poeta
hace entrar al lector como dormido y lo lleva por esta zona en ningún lado, no
necesariamente guiándolo. No en vano el libro se abre con estos versos:
en sueños
contempla la
maniobra
incierta
de algo / alguien
más allá de lo
humano
o aún por serlo
funámbulo
transitando
de puntillas
esa cuerda
dudosa
de lo real a lo
irreal
Siendo esta una poesía de
sugestión y de imaginación, es de agradecer que su autora haya evitado la
grandilocuencia y que no haga prédicas sobre el trágico destino del ser humano.
Estas vislumbres son más bien constataciones sobre la realidad y la irrealidad
que se dicen cómodamente a través de alguien.
Hablaba antes del gusto de
sueño, casi de duermevela, que deja el poemario. Como en los sueños, hay también una sensación de paisaje y
de geografía concreta. Sería divertido y quizás revelador intentar dibujar un
mapa del submundo donde se ubican los poemas, situando un bosque, un
embarcadero, una playa, un campo permanentemente bajo la niebla; unas estrellas
desconocidas sobre un pequeño templo. Ya ven que hablo por intuiciones, claras
y lejanas a la vez: ese tono viene del libro.
Debo repetir sin embargo que
no hay casualidades en Carcaj: vislumbres.
El estilo de los poemas es otro ejemplo. La poeta ha escogido, o se ha visto
obligada, a no usar apenas signos de puntuación. De ahí los versos breves o
rotos que indican la cadencia de las frases y que, de alguna manera, dan la
impresión de que todo sucede a la vez. El lector puede sentir así que con una
sola mirada abarca la totalidad de una visión; y que ante él después van
surgiendo los detalles, como flores.
Dentro de esta sugestión, en un par de poemas
encontramos pequeños énfasis que son especialmente llamativos, porque vemos a
la soñadora entregándose a momentos quizás más sensoriales. Así en el poema 9:
'ahhh, la nieve / y las góndolas deslizándose / bajo antorchas de laurel y
saúco'; y en el poema 18, ya en la segunda parte: 'ahhh, flor radiante /
belleza radiante / vibración radiante.' Digo que es llamativo porque, por un
lado, esos suspiros que parecen salir con una sonrisa declaran una experiencia
más directa de una cosa, de un olor, de un placer visual, en un libro sobre
todo de intuiciones; pero, por otro lado, se trata de los pocos momentos en que vemos una figura activa
en el paisaje, una presencia humana y sobre todo: despierta. Esos momentos son
pequeños recordatorios de que estamos con alguien en el camino, y que en la
niebla nos acompaña otra respiración, contenida y vibrante a nuestro lado.
He mencionado dos partes. Si
los poemas de la primera presentan, aunque sea por retazos, un mundo, los
poemas de la segunda tienden a desintegrarlo. Pero no simplemente a hacerlo
pedazos, sino a descrearlo. La visión se deshace en las palabras. Así, ya
avanzado el libro y levantado un paisaje, encontramos poemas como el 6, que nos
sitúa en una especie de hora cero de la creación:
cuando ni noche
ni día había
pautando el
cielo
sino un desvelo
moroso
único
infinito
escandiendo
el afanoso
forjar del demiurgo
La sensanción es que poco a
poco retrocedemos en el tiempo. El libro propone así una cosmogonía inversa y
nos muestra cómo la creación, sea sueño o sea realidad o sea poesía, va
desmadejándose hasta el último poema, que concluye en la nada:
ley de los
llanos cúpula
germinal
en que resuena,
armónica
la nada
sobre el
murmurante encaje
de la noche
Creo que la palabra 'armónica'
es en este punto clave. El espacio se deshace según una ley justa. La noche
queda en paz. Antes, la poeta ha dicho 'tememos el final de este sueño.' Al
concluir la visión, es decir, al cerrar este libro, en efecto algo deja de
existir. Quizás de ahí venga el temor: el no saber en qué lado estamos. Tal es
el efecto que produce Carcaj: Vislumbres
en nuestra percepción.
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